En este ensayo se analizarán 5 poemas del libro “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” de Oliverio Girondo, en el cual se tratará la deserotización del cuerpo y la sinécdoque, la toma del todo por la parte. Es un tema bastante recurrente en la entrega de éste poemario, que vale destacar la accesibilidad del mismo al público ordinario, sin la necesidad de ser un crítico literario que requiere mucho tiempo de análisis.
Para comenzar, resalta la manera en que Oliverio presenta sus poemas. No sigue el modelo estándar, sino que rompe con lo tradicional. Camuratti reconoce que “el escritor y el artista perciben que tienen que reformular su lugar de intermediarios en el espacio privilegiado que le vino otorgando la sociedad a lo largo del tiempo.” (Citado en Veinte poemas, veinte postales. Sobre el primer libro de poemas de Oliverio Girondo, 2005:Pagina) Dado que Oliverio es vanguardista, al igual que Borges que expresa en “El manifiesto ultraísta”, que los poemas se tienen que traducir como emociones desnudas, sin prejuicios pretéritos ni ideologías que modifiquen lo que uno ve, lo que podría explicar porque Oliverio deserotiza tanto el cuerpo femenino como masculino, que como bien sabemos éste primero era el tópico de los poemas tradicionales que exaltaban la belleza femenina.
Como se puede observar en “Apunte callejero”, se toman unos senos bizcos, sin agregar características subjetivas al cuerpo, para señalar que una mujer está caminando, desde mi punto de vista, buscando una mesa que atender en el café de una terraza. También, Camuratti hace referencia a que al utilizar una sinécdoque los cuerpos no generan sensaciones de ningún atractivo erótico. Aclarando que “las partes de los cuerpos femeninos aparecen como imágenes-flash y son liberadas de una discursividad erótico-amorosa.” (Citado en Veinte poemas, veinte postales. Sobre el primer libro de poemas de Oliverio Girondo, 2005). Asimismo en “Venecia”, se habla de la erección que causan los badajos del campanile de San Marcos por lo llamativos que son, sin despertar ningún pensamiento erótico al pensar en un campanario.
En este mismo orden podemos continuar con “Milonga” y “Biarritz”. Ambos siguen con la línea de la deserotización del cuerpo y la sinécdoque haciendo que parezcan objetos poco atractivos.”(…), contradice el pelo rojo de la alfombra / imana los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.” Mientras que en “Biarritz” “Unas tetas que saltarán de un momento a otro de un escote, y lo arrollarán todo, como dos enormes bolas de billar.” Además, Borges precisa que hay dos medios en una poesía que son imprescindibles: el ritmo y la metáfora. Éste define que el ritmo no debe ser encarcelado en los pentagramas de la métrica, sino que tiene que ser ondulado tal como se demuestra en los dos poemas.
Por último, en el poema “Plaza” se utiliza la siguiente metáfora “Uno de esos hombres con bigotes de muñeco de cera, que enloquecen a las amas de cría y les ordeñan todo lo que han ganado con sus ubres.” En ella se observa la deserotización de un pecho para indicar que se acaba con lo que hayan ganado las amas de casa.
Para concluir se puede decir que Oliverio Girondo utiliza reiteradas veces en “Veinte poemas para ser leídos en la tranvía” la deserotización del cuerpo y la sinécdoque para referirse a casos cotidianos de la vida.
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